Una marca debe entender perfectamente a quién se dirige. Para ello es imprescindible utilizar la herramienta del buyer persona. Es la que permite a las marcas poner cara a sus consumidores. O lo que es lo mismo, personificar al cliente ideal.
Veamos un ejemplo. Si estás invitado a una boda del primo de tu cuñado, al que has visto en contadas ocasiones, no sabrás muy bien qué regalarle ¿verdad? Apenas sabes de él, solo que es un hombre de 38 años, que vive en Logroño, con estudios universitarios y de clase media-alta. Como mucho sabes que le gusta el deporte, pero sin más detalles. En cambio, si el que se casa es tu amigo íntimo, la cosa cambia. Tienes una información tan completa, que las probabilidades de acertar con el regalo son enormes. Esto es lo que se llama la buyer persona.
Una marca puede tener varios buyer persona, no siempre es solo uno. Cada uno de ellos está esperando una historia contada de un modo diferente, por lo que personalizar al máximo las campañas será siempre una de las claves del éxito. El café para todos no funciona.
Es necesario plantearse cuestiones como: ¿Qué le gustaría a Juan?, ¿cómo le gustaría que le contara esto? Y, a partir de ahí, hacer una estrategia que de verdad les guste a los tuyos.